Ollanta Humala: culpable soy yo
Conocí al comandante Ollanta Humala en octubre del 2002. Lo busqué porque quería una declaración suya para un reportaje sobre un curioso fenómeno que entonces empezaba a pregonarse en la plaza San Martín: el etnonacionalismo.
Para entonces, Ollanta era sólo un estudiante de la maestría de Ciencias Políticas de la PUCP; todavía no lo habían mandado a París y Seúl.
Para entonces, su hermano Antauro era sólo un personaje pintoresco, productor en masa de sound bites provocadores pero aún desconocido para la opinión pública; todavía no habían sido asesinados cuatro policías en Andahuaylas.
Ya en el 2002, Ollanta se desvivía por deslindar de las ideas radicales de su hermano. En el reportaje del programa Entrelíneas de Canal N, unas "fuentes cercanas a la familia" (en realidad, el mismo Ollanta) me aseguraban que el comandante no compartía, en absoluto, los lineamientos racistas de Antauro.
Fue uno de los primeros reportajes llamando la atención sobre el etnocacerismo. A los pocos meses, el mayor (r) Antauro Humala se convirtió en una figura mediática y empezó a capitalizar el descontento contra el sistema.
Sin embargo, en vez de reconocerlo como el síntoma más visible de que algo estaba intrínsecamente jodido en el país, el sistema prefierió ignorarlo, folclorizarlo y ningunearlo: la misma historia de Sendero, la misma historia de Fujimori.
Fast-forward a junio de 2005: Antauro, acusado de asesinato, ya estaba encarcelado el penal de Piedras Gordas, y Ollanta... ¿Y Ollanta?
En ese momento, el comandante era el protagonista del reportaje "Ollanta inicia", acerca de un oscuro partido nacionalista y de un proto-candidato que no llegaba ni al 3%, pero al que había que seguir con mucha atención. Ollanta, endosado a todo nivel por su hermano, amenazaba con captar los votos de los descontentos con la política "tradicional".
¿Cuál fue la respuesta del sistema, de los partidos, de los candidatos? Ignorarlo, folclorizarlo y ningunearlo.
Cinco meses después, Ollanta Humala está segundo en las encuestas. Aparece todos los días en los diarios. Amenaza con polarizar el país. Este sábado oficializa su candidatura. Los otros candidatos se jalan los pelos.
Claro, ahora se asustan, pero en realidad era fácil de prever. Si un pinche periodista pudo, ¿por qué no los grandes sabios que aspiran a dirigir los destinos de la Nación?
Too late now: si la tendencia se mantiene pronto estaremos gobernados por un Hugo Chávez novoandino. En fin, sé que es de mala educación, pero en este post sólo quería decir ña-ña-ñañaña se-los-diiijeee.
Ver video: Ollanta inicia (junio 2005)
Para entonces, Ollanta era sólo un estudiante de la maestría de Ciencias Políticas de la PUCP; todavía no lo habían mandado a París y Seúl.
Para entonces, su hermano Antauro era sólo un personaje pintoresco, productor en masa de sound bites provocadores pero aún desconocido para la opinión pública; todavía no habían sido asesinados cuatro policías en Andahuaylas.
Ya en el 2002, Ollanta se desvivía por deslindar de las ideas radicales de su hermano. En el reportaje del programa Entrelíneas de Canal N, unas "fuentes cercanas a la familia" (en realidad, el mismo Ollanta) me aseguraban que el comandante no compartía, en absoluto, los lineamientos racistas de Antauro.
Fue uno de los primeros reportajes llamando la atención sobre el etnocacerismo. A los pocos meses, el mayor (r) Antauro Humala se convirtió en una figura mediática y empezó a capitalizar el descontento contra el sistema.
Sin embargo, en vez de reconocerlo como el síntoma más visible de que algo estaba intrínsecamente jodido en el país, el sistema prefierió ignorarlo, folclorizarlo y ningunearlo: la misma historia de Sendero, la misma historia de Fujimori.
Fast-forward a junio de 2005: Antauro, acusado de asesinato, ya estaba encarcelado el penal de Piedras Gordas, y Ollanta... ¿Y Ollanta?
En ese momento, el comandante era el protagonista del reportaje "Ollanta inicia", acerca de un oscuro partido nacionalista y de un proto-candidato que no llegaba ni al 3%, pero al que había que seguir con mucha atención. Ollanta, endosado a todo nivel por su hermano, amenazaba con captar los votos de los descontentos con la política "tradicional".
¿Cuál fue la respuesta del sistema, de los partidos, de los candidatos? Ignorarlo, folclorizarlo y ningunearlo.
Cinco meses después, Ollanta Humala está segundo en las encuestas. Aparece todos los días en los diarios. Amenaza con polarizar el país. Este sábado oficializa su candidatura. Los otros candidatos se jalan los pelos.
Claro, ahora se asustan, pero en realidad era fácil de prever. Si un pinche periodista pudo, ¿por qué no los grandes sabios que aspiran a dirigir los destinos de la Nación?
Too late now: si la tendencia se mantiene pronto estaremos gobernados por un Hugo Chávez novoandino. En fin, sé que es de mala educación, pero en este post sólo quería decir ña-ña-ñañaña se-los-diiijeee.
Ver video: Ollanta inicia (junio 2005)
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