Contra la pena de muerte (2)
Ya di mis razones en otro post, hace tiempo. Pero repito lo esencial para apoyar la campaña de Amnistía Internacional:
Si haces click en la imagen llegarás a un formulario de AI donde te piden una razón -tu razón- para estar contra la pena de muerte. Escríbela. Pero, ¿qué tal si haces algo más? ¿Por qué no la envías también a lectores@peru21.com? A ver si esta campaña tiene algo de resonancia mediática.
tags: pena de muerte, derechos humanos, blogs, campaña.
...en un país donde las sentencias judiciales pocas veces se corresponden con la Justicia, ¿es válido arriesgarnos a segar la vida de inocentes injustamente condenados?Para unirte a la campaña, puedes colocar el banner en tu blog copypasteando el siguiente código (vía El Morsa):
Siempre se puede liberar a un sentenciado a cadena perpetua, pero la pena de muerte no tiene vuelta atrás. Ése es un Rubicón que el Perú ya cruzó muchas veces, siempre para peor.
Si haces click en la imagen llegarás a un formulario de AI donde te piden una razón -tu razón- para estar contra la pena de muerte. Escríbela. Pero, ¿qué tal si haces algo más? ¿Por qué no la envías también a lectores@peru21.com? A ver si esta campaña tiene algo de resonancia mediática.
tags: pena de muerte, derechos humanos, blogs, campaña.
4 Comentarios:
yeeee
¡¡¡alguien se sumó a mi idea de poner código!!!
ups.
como diría rafo león: "se me chispoteó". ahorita pongo el vía.
La Pena de Muerte
por María Elena Walsh
Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos.
Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado.
Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco.
Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial.
Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la Justicia.
Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante.
Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre.
Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios.
Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales.
Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente.
Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno.
Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos.
Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común.
A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas.
aparecido originalmente en Clarín, 12 de setiembre de 1991
Mi razón para estar contra la pena de muerte es que no creo que la "pena" en general pueda ser aplicada de manera no selectiva, racista y discriminatoria. Teniendo en cuenta que del total de los delitos cometidos, menos de un 3 % reciben condena efectiva. ¿Cuál es el argumento posible para sostener firmemente que al Monstruo de Armedariz hay que matarlo y a Vladimiro Montesinos no? (Aclaro que no estoy a favor de la pena de muerte para nadie).
Por otro lado, en países signados por la violencia en nuestra historia política, la pena es, entre otras cosas, un mensaje que su aplicación remite a todos los habitantes. ¿Qué clase de consistencia puede tener la emisión de un mensaje que presupone que la muerte y la violencia premeditada estatal constituyen una respuesta adecuada a la violencia y la cultura de la muerte propia de los hechos delictivos graves cometidos por particulares?
¿Estamos de acuerdo a someternos al juicio de una desequilibrada, autoritaria y cruel persona como Lourdes Alcorta, quien como primer acto de gobierno decide pisotear las exigencias que le impone la COnstitución Política que, se supone, le brinda legitimidad a su mandato? ¿No provoca ese acto la ilegitimidad de su designación como congresista?
Esta señora dice que los violadores de niños no merecen vivir (su aberrante escala de valores morales por encima de la Constitución), que son monstruos, animales —los monstruos no existen, y los animales no disfrutan torturando y asesinando a sus víctimas, pues no pueden representarse su sufrimiento—. Ahora bien, los violentos estatales o terrosristas peruanos —como los violentos represores argentinos— sí disfrutan con las violaciones sexuales, el sometimiento a condiciones inhumanas, la tortura y la eliminación física de sus oponentes políticos. Algo que un león o un puma no puede hacer pero que a la Congresista le sale bastante bien.
Y por último, el más fuerte argumento en el caso peruano: el error judicial. ¿Cómo un miembro de los poderes públicos, luego de la terrible aplicación de la ley de los arrepentidos en el país, que arrojó más de mil inocentes condenados a severísimas penas por terrrorismo, puede tener el coraje de proponer algo así? Para estar de acuerdo con estos proyectos, deberíamos consentir que estaremos dispuestos a aceptar con resignación que a nosotros, a nuestra madre, a nuestro hijo o a nuestro hermano el Estado lo asesine sin piedad por error. Si de modo real y sincero estamos dispuestos a aceptar esa posibilidad, sólo así tendremos legitimidad moral para afirmar que cuando eso le suceda a otros el asesinato estatal deber ser aplicado.
NIngún defensor de los derechos humanos está a favor de los derechos de los agresores sexuales por encima de los de los niños y niñas victimizados. Pero por eso se llaman derechos humanos, porque, precisamente, son derechos que todos tenemos en cuanto personas, y que no podemos perder porque a una autoritaria cultora de la violencia y de la muerte se le ocurra denominarnos "animales".
Sobre lo que esta señora debería informarse antes de hablar de derechos humanos, es que éstos son una categoría técnica del lenguaje y del sistema jurídico que sólo comprende las violaciones de los derechos fundamentales y universales de todo ser humano protegidos por instrumentos internacionales cometidas por agentes del Estado o con su aquiescencia. Un hecho de tortura cometido por un agente policial es una violación a los DDHH. Un homicidio común no lo es, más allá de que eso no significa que en el caso no se haya violado el derecho a la vida.
AB Argentino que quiere a este complejo y maravilloso país como a su segunda patria. Cordiales saludos,
AB
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