Carreterita a Cabana
Ese es el nombre de un huayno y también es el nombre de un escándalo con muchos ribetes.
La historia es increíble: La carretera a Cabana fue la única promesa que el pueblo de Alejandro Toledo le exigió a su poderoso coterráneo durante años. Un buen día, por fin, el expresidente le encargó al Ejército la tarea de asfaltarla.
Y allí empezó el deshueve. La vieja corrupción de nuestras Instituciones Tutelares volvió a activarse y, de alguna forma, terminaron involucrados los hermanos Aybar Cancho -¡los del tráfico de armas a las FARC!-, Lady Bardales y su nuevo novio, el israelí David Karadi (que terminó misteriosamente muerto en las aguas del río Santa).
Por supuesto, la carretera sigue sin terminar. Llegar a Cabana seguirá siendo un suplicio de seis horas desde Chimbote.
Seguro que han escuchado bastante de este complejo caso. De hecho, gracias a esta investigación periodística, el Ministerio de Defensa dispuso ayer la revisión de los contratos suscritos por el Ejército desde el año 2000.
Ya era hora.
Porque el trasfondo de todo esto es: No puede ser que el Ejército -bajo esa cultura del secreto tan arraigada en la institución- esté suscribiendo contratos con empresas privadas sin la supervisión debida de autoridades civiles.
Esa fue la esencia de la corrupción en la época de Fujimori y lo seguirá siendo. Por eso el ministro Allan Wagner ya empezó a sufrir la típicas campañas psicológicas de ciertos militares, a través del diario apromontesinista La Razón, que hasta hace poco lo adoraba.
En fin. Si les interesa, aquí les dejo un reportaje-resumen del caso que hizo la autora de la investigación, Graciela Villasís (otra víctima de la represalia mediática de los militares, a través de una revista). Para que vean que en las Fuerzas Armadas las jugadas se siguen perpetrando, independientemente de qué civiles manejen el gobierno.
Link: Toledo encubrió el robo de Cabana (La República, hoy)
Anexo del Útero: Aclarando a Caretas por Graciela Villasís
tags: cabana, militares, corrupción, alejandro+toledo, lady bardales, aybar cancho
La historia es increíble: La carretera a Cabana fue la única promesa que el pueblo de Alejandro Toledo le exigió a su poderoso coterráneo durante años. Un buen día, por fin, el expresidente le encargó al Ejército la tarea de asfaltarla.
Y allí empezó el deshueve. La vieja corrupción de nuestras Instituciones Tutelares volvió a activarse y, de alguna forma, terminaron involucrados los hermanos Aybar Cancho -¡los del tráfico de armas a las FARC!-, Lady Bardales y su nuevo novio, el israelí David Karadi (que terminó misteriosamente muerto en las aguas del río Santa).
Por supuesto, la carretera sigue sin terminar. Llegar a Cabana seguirá siendo un suplicio de seis horas desde Chimbote.
Seguro que han escuchado bastante de este complejo caso. De hecho, gracias a esta investigación periodística, el Ministerio de Defensa dispuso ayer la revisión de los contratos suscritos por el Ejército desde el año 2000.
Ya era hora.
Porque el trasfondo de todo esto es: No puede ser que el Ejército -bajo esa cultura del secreto tan arraigada en la institución- esté suscribiendo contratos con empresas privadas sin la supervisión debida de autoridades civiles.
Esa fue la esencia de la corrupción en la época de Fujimori y lo seguirá siendo. Por eso el ministro Allan Wagner ya empezó a sufrir la típicas campañas psicológicas de ciertos militares, a través del diario apromontesinista La Razón, que hasta hace poco lo adoraba.
En fin. Si les interesa, aquí les dejo un reportaje-resumen del caso que hizo la autora de la investigación, Graciela Villasís (otra víctima de la represalia mediática de los militares, a través de una revista). Para que vean que en las Fuerzas Armadas las jugadas se siguen perpetrando, independientemente de qué civiles manejen el gobierno.
Link: Toledo encubrió el robo de Cabana (La República, hoy)
Anexo del Útero: Aclarando a Caretas por Graciela Villasís
tags: cabana, militares, corrupción, alejandro+toledo, lady bardales, aybar cancho
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