21 mayo 2006

Sucio, muy sucio

A estas alturas ya todos saben de la última de Montesinos.

Vladimiro, después de meses de silencio, grabó -sí, grabó- una declaración contra Ollanta Humala, confirmando que lo de Locumba fue "una farsa". Y luego, la envió -sí, la envió- a los medios de comunicación.

Claro, después de todas las sólidas investigaciones publicadas por varios medios, creo que Montesinos dice la verdad respecto de la farsa de Locumba. De eso no tengo la menor duda.

PERO

Pero estamos en elecciones. Y en estas épocas, la pregunta de rigor es -más que nunca- Cui bono?

¿Quién se beneficia? También lo saben: Alan.

Hay varios indicios -desconocidos por la mayoría de la opinión pública- que debemos atender para una mejor calibración del incidente:

1. En predios apristas ya se sabía que en estos días Montesinos iba a "soltar una bomba en la Base Naval". ¿Cómo se enteraron?

2. Montesinos hace una revelación hasta ayer desconocida: “Es desde esa época (luego de su cambio a Locumba en el 2000) que Humala participó en la campaña de la reelección presidencial, habiendo cumplido a cabalidad con la tarea de reclutamiento de personeros". Esta es una afirmación que habrá que comprobar.
Sin embargo, lo interesante es que García había estado declarando lo mismo en las últimas dos semanas. Durante sus ataques a Humala, Alan cuestionaba que haya servido en el Ejército de Fujimori y, entre otras cosas, que hubiera reclutado personeros para el Chino. ¿De dónde sacó ese dato que sólo se conoció ayer?

3. Otra teoría: Pocos saben que Fujimori está realmente distanciado de Montesinos, por influencia de Keiko. Sin embargo, Vladimiro ha evitado embarrar al Chino en sus declaraciones, lo que ha llevado a varios a creer -precipitadamente- que todavía coordinan de alguna forma. Lo que sucede es que el Doc tiene la costumbre de dar regalos inesperados, para "comprometer" a sus beneficiarios. De modo que, dicen algunos que conocen a Vladi, estas declaraciones serían un intento -no coordinado- de Montesinos de arrimarse al bando ganador. Algo así como "Alan: hoy por ti, mañana por mí".

Hay más indicios. Y teorías que señalan que esto beneficia, a la larga, a Humala. Pero los tres datos presentados son concretos. Sea como sea: me escarapela.

Guácala.

En fin, ahora que Alan tiene el voto de Montesinos, parece que ya no necesita el mío. Así que mis dudas electorales acaban de reducirse a qué tan grande y cuántos pelos tendrá el miembro viril con el que ilustraré la cédula de votación.

Link: Ollanta: Beneficia a Alan García
Link: García: "No necesitamos ninguna intervención ajena"
Link: Fujimori: No tengo idea
Link: ¿Sacarán audio Alan - Montesinos?

8 Comentarios:

Blogger Reaño dijo...

Bueno, dentro del magma conocido, no sorprende... eso sí, espera hasta el 2 para decidir sobre tu voto...

4:44 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

En una de estas cosas que siempre escribes decias:

"Ya lo sabes, si quieres que Ollanta Humala sea presidente, el 9 de abril vota por Lulú. Te guste o no, en este jodido momento lo peor que le puede suceder al Perú es que Lourdes Flores pase a la segunda vuelta."

Hoy, contra tu anterior apoyo expreso a García, dices "En fin, ahora que Alan tiene el voto de Montesinos, parece que ya no necesita el mío. Así que mis dudas electorales acaban de reducirse a qué tan grande y cuántos pelos tendrá el miembro viril con el que ilustraré la cédula de votación."

Una de las razones por las q te leo es por tu escandalosa e inmadura incapacidad de mantener una convicción así como por tus razonamientos facilistas, nunca resultas tener, al menos cuando escribes, un mínimo de coherencia. Una cosa es el derecho a cambiar de opinión y otra el transfuguismo mental, que es tu caso. Pero si sólo estudiaste periodismo, eso se justifica. Si tu formación viene de otra carrera, que lamentables debieron ser tus notas.

En fin, después de todo supongo que para tus lectores de secundaria nocturna resultará aceptable tu forma de justificar ahora el voto nulo.

Si ya se, ya sé, no me vas a publicar. Para mí eso es lo de menos.

10:19 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Mi pregunta es... si hago origami con la cedula me arrestan?

1:01 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Muy gráfico, Ocram.

2:55 p. m.  
Blogger ocraM dijo...

REAÑO: ¿Y qué hay el 2?

ANONIMO: No hay incoherencia. Sigo creyendo lo mismo.
Para empezar sigo creyendo que el país falleció. Las tres agrupaciones que terminaron punteras en la primera vuelta sólo auguraban -y aseguran- más miseria para este país.
Sigo creyendo, ahora más que nunca, que Lulú jamás podría haberle hecho el pare a Ollanta. ¿Le iba a ganar desde la piscina de Bedoya? ¿No ves cómo Alan le está ganando con una mano atada a la espalda? La Solución Godzilla funciona espléndidamente, gracias por recordármelo.
También sigo creyendo que Ollanta es definitivamente el "mal peor" (que es muy diferente a que Godzilla sea el mal menor).
Y, por eso, también sigo esperando que, puaj puaj, García gane.
Lo único que digo ahora es que, simplemente, Godzilla puede perfectamente ganar sin mi voto.

Tus especulaciones sobre mi vida puedes aclararlas con mis biógrafos.
¿Y ya ves como sí te publico? Pero, para la próxima, me vas respetando a mis lectores.

MIGUELON: Eh... sí, pero no tendría pena de cárcel.

7:11 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

q buena! en realidad no eres el primero... En Frankfurt donde estupidamente me obligaron a votar, al encontrar a un peruano le pregunte 'oe xquien votaste?' la cruda respuesta fue 'yo dibuje una pichula con dos huevos jajaja'... viva la democracia carajo!

12:05 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

EL JOVEN QUE SE CREIA MOZART

En abril de 1985, Alan García tenía 35 años y quería ser presidente del Perú. Yo tenía 20 y quería impedírselo.
Por eso le pregunté en televisión si alguna vez había sido sometido a una “cura del sueño”, si lo habían dormido clínicamente.
García se enfadó de un modo notorio y se negó a contestar, alegando que la pregunta era una infamia, un golpe bajo.
Al terminar el programa, muy irritado, dijo:
-Ya se jodió conmigo este traidor.
Eso fue lo que le oyó decir un camarógrafo que estaba a su lado (pues García se encontraba al sur del Perú, en Juliaca, y yo, en los estudios en Lima). Ese camarógrafo me contó que García, apenas concluyó el programa, llamó por teléfono al dueño del canal y le exigió a gritos que me despidiese.
Días después, ganó las elecciones presidenciales.
Entonces, comprensiblemente alarmado, el dueño del canal (que era un buen amigo mío) me llamó a su despacho y me pidió que no hablase más de política peruana y me limitase a opinar sobre asuntos internacionales.
-Alan te odia, no quiere verte y no podemos pelearnos con él –me explicó.
Le respondí que prefería retirarme del canal, pues no podía aceptar el veto que se me había impuesto, lo que hubiese sido una deshonra y, mucho peor, un error.
Tuve suerte, sin embargo. Apenas una semana después, un productor de televisión, que estaba de paso por Lima y me había visto formulando la pregunta del escándalo, me contrató (posiblemente turbado por el pisco sour) para presentar un programa en Santo Domingo. Durante los cinco años que duró el gobierno de García, pasé más tiempo en Santo Domingo (y en Miami) que en Lima.
Cuando García llevaba un año como presidente y era todavía muy popular, el dueño del canal de televisión (mi buen amigo, el censor encantador) me pidió que fuese a Nueva York. Quería que García, de paso por esa ciudad (cuyos mendigos contaba tan minuciosamente), se reuniese conmigo y que sellásemos la paz. Fui a Manhattan y esperé a García en el Waldorf Astoria. Fue en vano. Todavía muy embriagado por el poder o muy herida su vanidad, García se negó a recibirme. Esa noche o la noche siguiente, una reportera de televisión me contó que García le había dicho que jamás me hablaría porque:
-Yo soy Mozart y él es mi Salieri.
Quedé muy impresionado por la ferocidad del rencor que me guardaba, pero más por el tamaño incalculable de su ego.
Hacia el final de su gobierno, cuando las cosas ya se le habían enredado bastante y García daba unos discursos exaltados negando el desastre en que había sumido al país, volví a la televisión para apoyar la candidatura de Mario Vargas Llosa, pero mi apoyo, tan entusiasta como sincero, no sirvió de nada o, peor, sirvió para el efecto contrario al deseado.
García, por supuesto, hizo todo lo humano y lo inhumano, lo lícito y lo ilícito, lo tolerable y lo intolerable, para que Vargas Llosa perdiera y Fujimori se hiciera del poder. Irónicamente, meses después, Fujimori, apandillado con su ladrón favorito, Montesinos, lo traicionó y mandó la tropa a apresarlo, pero García consiguió escapar del felón.
Casi diez años después, García volvió al Perú y, gracias a la ayuda de los jueces leales a Montesinos, que lo sometieron a un rapidísimo lavado y enjuague judicial, se inscribió como candidato presidencial. Una tarde cualquiera, encontré un sobre debajo de la puerta de casa. Era una carta firmada por un médico octogenario y prestigioso, don Horacio Estabridis, que precisaba la fecha, la clínica, el número de cuarto y el tratamiento que él había dado al paciente Alan García cuando, para controlar un cuadro de aguda crisis nerviosa, tuvo que sedarlo y dormirlo por tres días en 1978, en la clínica San Felipe, la famosa “cura del sueño” por la que yo había indagado en 1985 y que García había negado con tanta virulencia como indignación moral, como si la salud de un candidato fuese un tema vedado a los periodistas.
Desde el programa que presentaba entonces, El Francotirador, mostré los papeles que me hizo llegar el valiente médico Estabridis, pero García, como era previsible, negó todo y me acusó de mentiroso.
Semanas después, dado que se rehusaba a concederme una entrevista y ponía como condición previa que fuese a visitarlo, me reuní con García. Fue un encuentro cordial, como no podía ser de otro modo tratándose de personas educadas y con cierto oficio en el arte del embuste. Me dio la impresión de que García no seguía siendo tan violenta y desmesuradamente arrogante, que los años y las desgracias políticas lo habían forzado a comprender las ventajas de la calma y la moderación (o, cuando menos, las ventajas de fingirlas).
En reciprocidad, García fue a mi programa, hizo gala de su conocida locuacidad y pidió perdón (quizá de un modo menos sincero que histriónico, pero ¿quién podría ser del todo sincero en televisión?; sólo un loco) por la catástrofe que fue su gobierno. Antes de la entrevista, reunidos a solas en una oficina del canal, le dije que no era su enemigo personal ni quería destruirlo, y, como prueba de mi buena fe (o de mi falta de fe), le adelanté dos o tres preguntas para que preparase sus respuestas. Nunca había hecho eso con ninguno de mis invitados, pero aquella noche me permití una (deplorable) excepción para que García se desintoxicase del rencor narcisista que lo envenenaba contra mí por la famosa (y en cierto modo profética) pregunta de la “cura del sueño”.
No he vuelto a verlo desde entonces. En esta campaña electoral se ha negado a concederme una entrevista. Es una pena, pero no me sorprende.
Lo que todavía me sorprende es que en pocos días me veré obligado a votar por él. Dado que una mayoría de peruanos (entre quienes no debería ser contado, pues voté por Lourdes Flores) ha instalado en la segunda vuelta a Humala y García, y dado que Humala esconde (mal) un proyecto de entraña autoritaria que amenaza la democracia peruana, no consigo encontrar argumentos para no votar por García, ni siquiera si recuerdo, como recuerdan vivamente millones de peruanos, que, siendo un demócrata probado, García es también un probado inepto como gobernante. Pero los años no pasan en vano y quiero creer que, de llegar al poder, aprenderá de la izquierda chilena o de la española y hará un gobierno prudente, razonable, sosegado.
Para eso, para que administre el poder de un modo sosegado, es crucial que García duerma esta vez todo lo que necesite dormir, y que lo haga a solas o acompañado o asistido por profesionales de confianza si fuera necesario, y que nadie lo despierte a destiempo e interrumpa el muy conveniente descanso (inducido o natural) al que debe entregarse humildemente, para no sucumbir a la tentación de la locura egomaníaca que habita en sus genes, de modo que su segundo gobierno sea una “cura del sueño” para todos los peruanos que padecimos las inenarrables pesadillas que nos infligió cuando era joven y se creía Mozart (y cuando no sospechaba que su modesto Salieri terminaría pidiendo el voto por él).

4:10 a. m.  
Blogger Reaño dijo...

Con el "2" me refiero a un tiempo prudencial para ver las encuestas... digo, es un decir, el 3 rompes la ley seca y evaluas... y el 4 tomas tioctan y vas a votar...

2:26 a. m.  

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