El psicosocial de la visa

Esta casi les liga. Ayer corrió la noticia de que la embajada de EE.UU. le había quitado la visa al candidato presidencial Ollanta Humala, sin justificación aparente.

Parecía una intromisión clarísima de los gringos en asuntos peruanos, al mejor estilo Hugo Chávez. Rápidamente, todos los talking heads habituales resurgieron para rechazar la injerencia yanqui en nuestro magno proceso electoral.

Pero un rápido chequeo de cómo surgió la noticia y cómo se desarrolló, revela la estratagema humalista. La historia fue así:

Durante la mañana, el neohumalista conocido como el cadete Carlos Tapia soltó la bomba:

"La embajada de Estados Unidos le ha quitado la visa a un candidato presidencial. A Ollanta Humala le han quitado la visa. No puede ir a Estados Unidos porque no tiene visa", dijo en declaraciones a CPN.

Inmediatamente, Humala salió a lloriquear:

"Lamento que en pleno proceso electoral la embajada norteamericana se meta en este proceso electoral. Que nos deje a los peruanos resolver esto y no que ahora el señor García tenga como padrino al embajador norteamericano", se lamentó y, de paso, le mandó su chiquita a Alan.

Pero la embajada gringa explicó que la visa había sido revocada hace DIECISIETE meses, en enero del 2005. Las razones pueden o no ser discutibles, pero el hecho ocurrió mucho antes de que Ollanta Humala fuera candidato presidencial.

Por tanto, no fue una injerencia en el proceso electoral peruano.

Los nacionalistas querían equiparar padrinazgos: si Chávez era el padrino de Humala, el incidente de la visa probaría que Alan era el candidato del Departamento de Estado. De paso, era una oportunidad excelente para escribir otro capítulo de la telenovela "Ollanta, la víctima".

Este es el típico operativo psicosocial. Bastante bueno, en realidad. No sé si se le ocurrió a Carlos Tapia -que es experto en esos temas- o si se trata de una creación heroica de los coroneles montesinistas que rodean a Humala, pero esta vez no estuvo nada mal.

Sigan intentándolo, muchachos.